Leyenda de Atoghuarco

Atoghuarco (Atoj Huarco) es un sitio peligroso, donde la carretera hace un doble recodo, al entrar y salir del puente de madera tendido sobre el río, que es un anticipo del caudaloso Huallaga que corre tumultuoso entre las rocas altísimas, cortadas a pico. Si el viajero levanta la vista hacia una de estas rocas verá, en lo más alto de ella, la figura perfecta de un zorro colgado del cuello, como si un escultor milagroso la hubiera tallado en la dura piedra. 
Si pregunta por el origen de esta figura le contarán esta historia. 
Un día llegó al pueblecito de pastores un ser extraño, blanco, rubio, grande, un gringo. Nadie supo de dónde venía, sabían sí que se dedicaba a robar gallinas y los más tiernos carneritos para alimentarse; y que vivía en una cueva cercana. El terror cundió entre los pobladores y lo llamaban Atog (zorro). Entre las mozas pastoras la más linda era la Mariacha: joven, alegre y bonita, siendo también la que más temía al Atog que las perseguía.

leyenda del atoghuarco

Una tarde, de vuelta del pastoreo, en una senda estrecha, cuando menos se lo imaginaba, se topó de improviso con el gringo. Llena de miedo, echó a correr sin rumbo; y al ver que el gringo la seguía, loca de terror, se desvió del camino, hasta dar con el abismo. Miró hacia atrás; el Atog sudoroso, con las facciones alteradas por el esfuerzo, y gozoso al ver a su presa acorralada, se alegraba; no habría escapatoria; ella iba a caer en sus manos; y la pastora no lo pensó más, con un grito terrible, que se confundió con el silbido del viento, se dejó caer al abismo en el momento preciso en que el gringo la iba a agarrar. Este también perdió el equilibrio y resbaló hacia el abismo, quedando colgado del cuello en las zarzas que allí crecían. 
Conforme pasaba el tiempo se sentía transformarse en un zorro que lentamente se petrificaba, mientras abajo, en el río, flotaban las multicolores prendas de vestir de la Mariacha, la moza más linda entre las pastoras del pueblecito. 

0 Comentarios