En el pueblo aguaruna, originario de la selva amazónica del Perú, existen diversos seres demoníacos entre ellos los llamados Iwa, descritos como una raza de temibles guerreros provistos de gran altura. Los gigantes Iwa son también conocidos por su gran fuerza y brutalidad, y además por practicar la antropofagia, estos trituraban los huesos sin mayor esfuerzo, razones por los que fueron muy temidos en la región.
Los historiadores identifican su aparición en territorios selváticos con la invasión del fiero ejército mochica, en un intento por expandir su señorío. Sus armaduras de bronce jamás sufrieron deterioro por las flechas o dardos de los nativos. Finalmente, la invasión mochica fracasó, pero no por acción de los valientes y esforzados aguarunas, sino por el excesivo calor y los insectos ponzoñosos de la zona.
Posteriormente, algunos Iwa desertaron del ejército mochica e hicieron su residencia en la selva. Ellos conocían el fuego y las mejores semillas para sembrar, mientras que los aguarunas pasaban hambre. Durante mucho tiempo fueron los únicos dueños del fuego y de las plantas comestibles, hasta que los animales robaron esos recursos para beneficio de los humanos.
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